Cuando nada importa (o por qué Trump puede ganar)
[Publicado en el diario El Independiente. 3 de abril de 2024]
Durante la campaña electoral de 2016, Donald Trump se enfrentó a numerosas críticas. Por ejemplo, se le reprochaba su tendencia a polarizar constantemente, su uso de un lenguaje políticamente incorrecto, su actitud despectiva hacia las minorías y las mujeres, y su aparente falta de empatía. A pesar de estas acusaciones, obtuvo la victoria. Hoy, en 2024, las críticas hacia su persona han aumentado significativamente, incluyendo acusaciones de mentir deliberadamente, de promover un intento de golpe de estado, de ser imputado por violación, de malversación de documentos confidenciales y de obstrucción a la justicia. A pesar de la gravedad de estas acusaciones, las encuestas sugieren que tiene muchas posibilidades de ser reelegido presidente. Este escenario plantea una pregunta obvia: ¿Cómo es esto posible? A continuación, presento seis propuestas al respecto:
1. La disonancia cognitiva
Se trata de una teoría creada por el psicólogo Leon Festinger en 1957 según la cual cuando una persona se enfrenta a contradicciones internas, como por ejemplo al ser expuestos a información que desafía sus creencias preexistentes, esa persona se esforzará en generar ideas, valores y creencias nuevas para reducir la tensión hasta conseguir justificar su actitud. En este sentido, no importa lo que haga Trump, o bien porque Biden es peor, o bien porque aún así se percibe como la mejor persona para defender las creencias de sus votantes. No significa que no reconozcan las acusaciones, pero sí que, en un contexto de polarización, las minimizan o encuentran otras razones más de peso para apoyarlo.
2. La desafección política
Los estadounidenses han sido durante mucho tiempo críticos con los políticos y escépticos con respecto al gobierno federal, pero los datos actuales son abrumadoramente negativos. Según un estudio del Pew Research Center, casi tres de cada diez votantes (28%) expresan opiniones desfavorables hacia ambos partidos, el porcentaje más alto en tres décadas de encuestas. Del mismo modo, un 63% de los estadounidenses dicen estar insatisfechos con los candidatos actuales. Si existe la sensación de que todos son iguales, o igualmente indeseables, es probable que algunos votantes puedan adoptar una actitud de "el menos malo", o el que más se acerque a su manera de pensar, independientemente de lo que haya hecho.
3. El efecto fan
Max Weber hablaba de liderazgo carismático cuando a un líder se le obedece en virtud de sus cualidades ejemplares, y que sus seguidores suelen ser devotos que obedecen al carisma puramente personal del líder. En el caso de Trump, es la segunda acepción la que considero que es más válida, porque se trata de algo emocional, y no racional. Un líder carismático podrá mantener su poder en la medida que la percepción de su imagen siga siendo favorable para la mayoría de sus seguidores ya que su legitimidad depende de la percepción que se tiene sobre él. No se trata de lo que haya hecho (sea ejemplar o no lo sea) sino de lo que sus fans piensan de él, haga lo que haga.
4. El bolsillo
Sí, las acusaciones de Trump pueden ser ciertas, pero, para mucha población estadounidense, lo que importa más es que la economía funcionaba mucho mejor con él que ahora con Biden. Se trata del bolsillo de la gente, de lo que perciben en su día a día, con los precios de los alimentos o de la gasolina, o con lo que pueden pagar con sus sueldos. Según una encuesta de CBS News publicada a principios de marzo, el 65% de los votantes califica la economía como buena durante la presidencia de Trump, en comparación con el 38% bajo Biden. Sólo el 17% cree que las políticas de Biden harán bajar los precios, frente al 44% de Trump. De acuerdo con estos hallazgos, el 55% piensa que Trump haría un mejor trabajo al abordar la economía, en comparación con el 33% que piensa que Biden lo haría. No es la única mala noticia para el actual Presidente: sólo el 22% de los afroamericanos, el 13% de los hispanos y el 18% de los jóvenes creen que hoy están mejor económicamente que hace un año. Son precisamente los públicos que votan demócrata y a los que Biden debería movilizar. Porque los que creen que Trump lo hizo bien, sí que van a ir a votarle.
5. La victimización
En un contexto polarizado y lleno de desinformación, para muchos votantes estadounidenses existe una persecución contra Trump (exacerbada obviamente por él y su comunicación, así como sus medios afines). Trump es percibido como una víctima de las circunstancias, de los medios de comunicación, de la maquinaria demócrata y de un poderoso establishment republicano y demócrata. Trump se presenta como un luchador contra todos ellos, lo que aumenta su simpatía y disminuye la credibilidad hacia las acusaciones y los ataques que recibe.
6. La conspiración
Relacionado con el punto anterior, pero aún más maximizado: existe en miles de personas la percepción de haber sido engañados, que creen que hay una conspiración no solo contra Trump, sino contra Estados Unidos. Esas personas dan total veracidad a que las elecciones de 2020 fueron amañadas, y entienden que con ese amaño se atacó al corazón mismo del país y a su democracia. Votar a Trump es, pues, la lucha indignada contra lo que consideran injusto. Según un estudio publicado por la Asociación Americana de Psicología en 2023, las personas más proclives a creer en teorías de conspiración, como que Trump ganó esas elecciones, son las que confían plenamente en su intuición, tienen un sentimiento de antagonismo y superioridad hacia los demás y perciben amenazas en su entorno. Y están en aumento. No creen en las acusaciones porque no creen en un sistema corrupto. Así, votar a Trump es un ejercicio de rebeldía, de revancha hacia todos esos “enemigos” y, a la vez, una lucha por su país. Trump solo es un símbolo de esa lucha.
Como podemos deducir, no hay una única explicación que aclare por qué, a pesar de las acusaciones que pesan sobre él, Donald Trump no solo siga en la carrera electoral, sino que incluso tenga muchas opciones de convertirse en Presidente de Estados Unidos. Las razones son múltiples, y todas tienen que ver con las prioridades de la ciudadanía y las emociones que el propio Trump genera.